lunes, 27 de abril de 2009

8. Robar las Yeguas de Diómedes de Tracia

Diómedes, Rey de Tracia, tenía unas yeguas que comían carne humana. Este las tenía atadas a cadenas y las alimentaba con las carnes de sus huéspedes. El octavo trabajo de Heracles, consistió en robar estas yeguas y llevárselas a Euristeo.

Para esto, Heracles partió con un grupo de voluntarios, con los cuales consiguió arrebatarle las yeguas a Diómedes. Este, furioso, trató de luchar contra Heracles, quien le dio su carne a las yeguas, que lo devoraron por completo. Entonces el ejército de Diómedes huyó. Después de comerse al rey, las yeguas se volvieron tan mansas, que fueron llevadas a Micenas donde se las regalaron a Hera. Se cree que las yeguas murieron en el monte Olimpo devoradas por las fieras y alimañas.

INTERPRETACIÓN:

Existe cierta similitud entre la dualidad presentada en las religiones, y la que representan Diómedes y Heracles. Mientras que Diómedes infunde en pecado en sus bestias, Heracles es capaz de guiarlas a su redención del pecado y las vuelve mansas. Nuevamente la posición mesiánica de la conversión de sus seguidores se presenta, y esto no solo es comparable a Jesús, sino a diversos personajes históricos como Mahoma, Buddha, etcétera. La conversión de los pecadores quizá representa la similitud dogmática más certera para este trabajo.

SIMBOLOGÍA CON CÁNCER:

Cuando el Sol llega a la constelación de cáncer, se logra apreciar la llamada constelación hípica. Esta muestra lo que aparenta ser una pareja de caballos, en particular uno masculino y otro femenino, entrelazando sus cuellos. Se dice que las estrellas desperdigadas alrededor de ellos son pedazos de carne humana. La interpretación difería en el género que se le acotaba a los caballos, ya que las bestias atribuídas a Diómedes, eran todas yeguas. Posteriormente, se habla de ambos caballos como femeninos.

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